La sidra trasciende su condición de bebida para convertirse en seña de identidad de Asturias. Se elabora a partir de variedades de manzana de sidra tradicionalmente cultivadas en la zona de producción, que comprende los 78 municipios del Principado de Asturias, y se obtiene de la fermentación alcohólica total o parcial de la manzana fresca o su mosto. Este producto puede encontrarse en el mercado en tres modalidades: sidra natural de escanciar, sidra natural de nueva expresión y sidra espumosa.
Todas ellas se caracterizan por una baja graduación alcohólica, entre 4º y 6º. De aroma y sabor francos, limpios y equilibrados. Su aspecto es brillante y transparente. La Sidra de Asturias es una excelente bebida que requiere unos cuidados mínimos en su almacenamiento y su manejo para conservar las características que le confieren su calidad.
La sidra natural de escanciado tradicional, al igual que el resto de sidras, debe almacenarse en lugar fresco, lejos de excesivos movimientos y vibraciones. Se servirá en vaso y fresca, a una temperatura de entre 12º y 14º. En épocas calurosas es aconsejable mantener la botella sumergida en agua fresca, de pie, evitando el contacto del corcho con el agua. Antes de ser escanciada, se suele voltear la botella, agitando levemente su contenido, lo que ayuda a activar el ácido carbónico natural y a diluir los sedimentos propios de una elaboración exenta de filtrados.
La sidra espumosa en la DOP presenta un carbónico natural, se sirve a una temperatura de entre 6º y 8º, de modo que el servicio se ajuste al de los espumosos. La sidra natural filtrada, también denominada de nueva expresión requiere una temperatura de servicio de entre 8º y 10º y se sirve en copa sin necesidad de encanciado.